Ella solo entregaba sus besos en frascos pequeños, tenía su alma vendida al mismo diablo, reencarnado en cuerpo de hombre. Guapo e inteligente, tan perfecto para ella. Seguía con su vida, salía de fiesta, amigas, y chicos desfilaban por su cama. Pero su corazón a el esperaba. No sé siquiera si intentaba olvidarle o se aferraba a el.
Siempre daba la mitad, la mitad de su mano, la mitad de su cuerpo, de su sonrisa e incluso de su mirada.
Una nunca se puede abrir totalmente a encontrar a alguien si otro está rondando su cabeza -o, mejor dicho, su corazón-. Es inevitable.
ResponderEliminarUn beso.